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"Éxito abrumador": la semana laboral de 4 días

 

Por: Helena Farré Vallejo

 

Los resultados de un experimento iniciado en 2015 con el 1% de la población en Islandia han suscitado gran interés por la semana laboral de 4 días: hallaron una mayor productividad y satisfacción por parte de los trabajadores. Otros modelos laborales, como una jornada diaria de cinco horas o mayor flexibilidad para teletrabajar, también están ganando terreno en la organización interna de las empresas.

 

Despertar. Trabajar. Dormir. Así se puede resumir el día a día de muchos trabajadores –ya sea en Europa, Estado Unidos o Japón– para los que hacer horas extra y no tener prácticamente nada de tiempo libre se han convertido en una “norma no escrita” en ciertos sectores laborales. Cuanto más tiempo se trabaje, mayor será el rendimiento. Pues parece ser que no.

 

Un reciente estudio iniciado en 2015 con el 1% de la población islandesa –en concreto, con trabajadores del sector público– ha llegado a la conclusión de que disminuir en un día la usual semana laboral de cinco incrementa la satisfacción en los empleados a la vez que mantiene e incluso aumenta su productividad.

 

De 2015 a 2019, la semana laboral de los islandeses que participaron en este experimento se redujo de 40 a 35-36 horas, sin merma del salario ni de las vacaciones. ¿El resultado? Menor estrés y ansiedad laboral, mayor posibilidad de conciliación familiar, más productividad, más tiempo para dedicarlo a actividades recreativas, mayor flexibilidad y confort social, y mayor bienestar para los familiares de los trabajadores que disfrutaban de una semana más corta. Tal fue el éxito de este planteamiento, que el 86% de la población islandesa en activo se beneficia en la actualidad de este modelo.

 

Según dice Will Stronge –director de investigación de Autonomy, una de las empresas encargadas de supervisar el experimento– en la página web del informe, “este estudio muestra que el experimento más grande del mundo de una semana laboral más corta en el sector público fue, en todos los sentidos, un éxito abrumador. Muestra que el sector público está listo para ser pionero en semanas laborales más cortas, y se pueden aprender lecciones para otros gobiernos”.

 

En DELSOL, la medida se implementó con el objetivo de favorecer y ayudar a la conciliación familiar de los empleados

 

Made in Spain

Para los empleados de DELSOL, ni el experimento islandés ni los resultados han debido de suponer una gran sorpresa. Esta empresa española de software con sede en Jaén introdujo una semana laboral de cuatro días –sin reducción en salarios ni vacaciones– el 1 de enero de 2020. Según cuenta a Aceprensa Ana Arroyo, responsable del departamento de RR.HH. en DELSOL, la medida se implementó con el objetivo de favorecer y ayudar a la conciliación familiar de los empleados. Esta medida, que afectó al 100% de la plantilla, ha cosechado resultados muy positivos: la reducción del absentismo laboral en un 28% con respecto al año anterior y un incremento del 20% en la facturación anual del último año.

 

Además, según Ana Arroyo, “se ha visto un aumento en el compañerismo y un incremento del compromiso por parte de la plantilla. Se afronta la semana con una perspectiva positiva, lo que conlleva equilibrio emocional. Y por supuesto, cumple con nuestro objetivo de tener tiempo para conciliar la vida personal y laboral”.

 

Ante la pregunta de si se consideraría volver a la tradicional semana laboral, la respuesta no deja lugar a dudas. “No puedo decir que sea una fórmula mágica que funcione para todas las empresas. Viendo los resultados obtenidos, no nos planteamos volver a la semana de cinco días laborales”.

 

Reducir la semana laboral a cuatro días puede ser para muchos empleados un cambio favorable y apetecible, pero ¿qué pasaría si rebajásemos la jornada laboral unas cuantas horas más? Digamos, a cinco horas diarias o 25 horas semanales pagadas como una jornada a tiempo completo.

 

De 8 a 13: cinco horas al día

Pausas para tomar café, un constante flujo de emails, interrupciones innecesarias y reuniones demasiado largas. Las distracciones en la oficina pueden ser interminables y, para Rheingans –una startup especializada en digitalización y agilización de procesos laborales–, son el relleno para una jornada laboral excesivamente larga. Este fenómeno tiene un nombre: la ley de Parkinson. Según dice, el trabajo se expande para cubrir el tiempo asignado, es decir, la cantidad de trabajo requerido se ajusta al tiempo disponible para su finalización. ¿Cómo combatirlo? Reduciendo el tiempo disponible.

 

Según cuentan a Aceprensa desde su sede en Bielefeld (Alemania), para Rheingans los resultados del experimento islandés no han sido sorprendentes, sino completamente lógicos. Ellos mismos implementaron un gran cambio es su forma de trabajar, al reducir en 2017 la jornada laboral a cinco horas diarias de lunes a viernes, de 8 de la mañana a 1 de la tarde. Este modelo se basa en la premisa de que, una vez que eliminas las distracciones que hacen perder el tiempo y restringes las conversaciones sobre el trabajo a las estrictamente necesarias, cinco horas deberían ser suficientes para realizar la mayoría de las actividades laborales.

 

Trabajamos cinco horas con pasión y concentración, para tener suficiente tiempo para nuestros hobbies, dice Maxi Jaschinski

 

Según Maxi Jaschinski –guardiana de la cultura en Rheingans, según su título laboral– “para poder hacer frente a los desafíos y el ritmo acelerado del mundo laboral actual y futuro, necesitamos libertad para integrar el trabajo y la vida privada, y un equilibrio en nuestras actividades profesionales. Como equipo, hemos descubierto que nos está yendo bien con la solución de una jornada de cinco horas”. Lo que se esconde detrás de esto es que “ahora podemos hacer nuestro trabajo mucho más concentrados en menos tiempo. Trabajamos cinco horas con pasión y concentración, para tener suficiente tiempo para nuestros hobbies, la formación continua, la familia, el voluntariado y para nosotros mismos”. Para Maxi, es precisamente este equilibrio el que permite poder realizar bien el trabajo, con gran concentración y dedicación, y de manera más eficiente.

 

Según Rheingans, es completamente irreal pensar que un trabajador puede estar altamente concentrado y ser productivo durante ocho horas diarias. Es más, está demostrado que los trabajadores son productivos durante una media de dos horas y 53 minutos al día, lo que lleva a que el resto de la jornada se rellene con multitud de actividades y distracciones.

 

Solo para unos pocos

DELSOL, Rheingans y otras tecnológicas que también han visto resultados favorables a raíz de una reducción de la semana laboral –otro ejemplo es Microsoft en Japón– son empresas que basan gran parte de su labor profesional en actividades y trabajos digitales. Se podría argumentar que el modelo de una jornada reducida o una semana laboral más corta solo es posible para unos pocos, the lucky few. No tiene por qué ser así.

 

Según cuenta Joe Pinsker en The Atlantic, este modelo no es solo apto para programadores informáticos y trabajos predominantemente cognitivos, sino también, por ejemplo, para el sector de la salud. Una residencia de mayores cerca de Roanoke, Virginia, estaba luchando para contratar y retener asistentes de enfermería, que realizan trabajos importantes, pero poco glamorosos y a menudo mal pagados. Para mejorar la tasa de retención, el asilo pagó a los trabajadores la remuneración de 40 horas por 30 horas de trabajo, lo que requirió contratar más trabajadores para compensar las horas reducidas. Este cambio generó gastos, pero también ahorros sustanciales en los costes de contratación y en el pago de horas extra. Además, con respecto a la calidad del trabajo, disminuyeron los tiempos de respuesta de los timbres, las tasas de infección de los residentes y la frecuencia de caídas de los ancianos.

 

Un ejemplo en el sector de la industria es Diamondback Covers –un fabricante de cubiertas metálicas para camionetas con sede en Pensilvania–, que, según cuenta Pinsker, redujo el año pasado en cinco horas la semana laboral de su equipo de fábrica, sin disminuir el salario, y contrató a más trabajadores para satisfacer la creciente demanda registrada durante la pandemia. La empresa esperaba que la caída del 12,5% en la jornada laboral condujera a un aumento de similar magnitud en los costes laborales, pero el aumento de costes fue solo del 3%. La razón: una mayor eficiencia.

 

También para la gastronomía, trabajar menos horas semanales no tiene por qué equivaler a utopía. Shake Shack, la conocida cadena de hamburguesas, empezó en 2019 una prueba con parte de sus empleados de reducir su semana laboral a 32 horas –sin alterar el salario–, con el objetivo de mejorar la contratación y retención del personal. Tras implementar esta nueva medida, la cadena pudo observar una notable mejora en la contratación, sobre todo en mujeres.

 

Según Ana Arroyo, puede ser complicada la implantación de un nuevo modelo “en empresas de gran tamaño y sectores como el comercio o la restauración, pero no imposible, si se pone el foco en mejorar la calidad de vida de nuestros empleados y empleadas”.

 

Menos horas, ¿la nueva normalidad?

A lo largo de los años, y para beneficio de los trabajadores, los términos y los horarios laborales fueron cambiando, permitiendo una mejora en la productividad y en la calidad de vida. Pero los rápidos cambios de los últimos años en la forma de trabajar –una mayor digitalización y predominio del trabajo cognitivo– no han sido recibidos con un correspondiente cambio en la organización.

 

Si los beneficios de cambiar el actual modelo laboral y trabajar menos horas son tan palpables, no solo a nivel económico sino también societal, ¿por qué el cambio se hace de esperar? ¿Por qué la mayoría de los trabajadores siguen teniendo una jornada excesivamente larga durante cinco días a la semana?

 

Según Rheingans, “en tiempos de cambio siempre hay empresas que asumen un papel pionero, afrontan el cambio con valentía y prueban desde el principio cómo los desafíos pueden convertirse en oportunidades. Después, están las empresas que observan el desarrollo de distintas iniciativas y se unen posteriormente, y, finalmente, están aquellas que temen al cambio, que subestiman los efectos del cambio o que simplemente no tienen las herramientas para responder adecuadamente”. Para Jaschinski, “la digitalización, el cambio demográfico, la individualización y globalización son megatendencias que están presentes en el mundo y cambiarán permanentemente la forma de vivir y trabajar, y llevarán inevitablemente a que, de forma gradual, todas las empresas cambien los horarios y los modelos de trabajo, a unos más flexibles”.

 

Más flexibilidad, donde sea

No solo la reducción de la jornada laboral está ganando adeptos. También una mayor flexibilidad está creando furor entre los trabajadores y algunas empresas. Apple, por ejemplo, ha introducido un modelo híbrido que permite teletrabajar dos días a la semana y requiere el trabajo presencial en las oficinas el resto de la semana. Y Buffer, una empresa de desarrollo de herramientas para el manejo de redes sociales, cerró sus oficinas hace seis años, ofreciendo únicamente el teletrabajo, además de reducir la semana laboral de sus empleados a cuatro días.

 

El éxito de empresas como DELSOL, Rheingans o Buffer, apunta a una posibilidad tentadora: que el enfoque convencional del trabajo y la productividad esté fundamentalmente anticuado

 

Mayor flexibilidad y autonomía es lo que muchos trabajadores desean y, según Maxi Jaschinski, es necesario y urgente cuestionarse las rígidas modalidades del trabajo actual en todos los sectores de la economía, ya sean respecto a la ubicación o los horarios. Existe una gran diversidad de profesiones y personalidades, “así que tratemos de hacer justicia a esta individualidad para dar a todos y cada uno de los empleados la libertad que necesitan para realizar bien su trabajo”.

 

El éxito de estos modelos en empresas como DELSOL, Rheingans o Buffer, o en instituciones gubernamentales, como es el caso de Islandia, apunta a una posibilidad tentadora: que el enfoque convencional del trabajo y la productividad esté fundamentalmente anticuado.

 

Link: https://www-aceprensa-com.upmx.idm.oclc.org

 

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